A nivel mundial, la violencia política disminuyó en 2020, excepto en África. El terrorismo y los conflictos internos han sido los principales contribuyentes al deterioro global de la paz. Según el Índice de Paz Global 2020, un total de 97 países registraron un aumento en la actividad terrorista, mientras que solo 47 tuvieron niveles más bajos de terrorismo. Más preocupante, el Medio Oriente y África del Norte (MENA) siguió siendo la región menos pacífica del mundo, al albergar a 4 de los 10 países menos pacíficos del mundo. Además, los disturbios civiles en África subsahariana aumentaron en más del 800%, de 32 disturbios y protestas en 2011 a 292 en 2018;
Además, 3 de los 10 conflictos de los que preocuparse en el mundo a partir de 2020 se encuentran en África: Etiopía, Mozambique y el Sahel. Además, conmociones como los desastres naturales y el COVID-19 han exacerbado los conflictos en los puntos críticos del continente. Por ejemplo, el número de desastres naturales se triplicó en las últimas 4 décadas, y sus impactos económicos aumentaron de 50 mil millones de dólares en la década de 1980 a 200 mil millones de dólares por año en la última década. Además, las restricciones impuestas por la pandemia de COVID-19 aumentaron las tensiones políticas y sociales a medida que las frustraciones se agravan con el declive económico y la escasez de alimentos. Por tanto, África se ha visto sometida a una inmensa presión por la intensificación de la violencia política;
En respuesta, abundan los marcos para abordar el extremismo violento, especialmente en las instituciones de capacitación en defensa y seguridad en todo el continente. Los programas de capacitación y desarrollo de capacidades llevados a cabo en las academias nacionales militares y de policía, escuelas de personal y de defensa; Las instituciones de formación para la paz y la seguridad han proliferado en África desde mediados de la década de 1990, después de las debacles en Ruanda y Somalia, y la consiguiente reducción de botas «occidentales» en suelo africano. Como era de esperar, la devolución a los africanos de una mayor responsabilidad por la paz y la seguridad en el continente se combinó con el correspondiente aumento del apoyo al desarrollo de las capacidades africanas para combatir el terrorismo, la insurgencia y el extremismo violento, a través de una miríada de programas de capacitación y creación de capacidad en instituciones de formación africanas en todo el continente. Sin embargo, la violencia política continúa multiplicándose en África.